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¿Qué tan caro es caro?

Además de ser un conector social, nuestra bebida favorita se ha ido transformando cada vez más en una moneda.

Redacción por: Sommelier Aura Toledo

Que algunos vinos del mundo tengan un valor elevado no es nada nuevo. Thomas Jefferson y Benjamin Franklin ya hablaban de esto en sus correspondencias a finales del siglo 19. No podemos olvidar que la famosa clasificación del Medoc en 1855 fue más que todo dictada por el valor del mercado de los vinos y la reputación que éstos tenían en ese entonces.

Sin embargo, el final del siglo 20 dio nacimiento a un fenómeno totalmente nuevo en la historia del vino: valores tan elevados provocan que algunos se hayan vueltos totalmente inaccesibles para el común de los mortales. Un ejemplo que me gusta utilizar cuando hablamos de este tema es el de Petrus, que todos sabemos se volvió inalcanzable. En 1995 era un lujo, pero asequible. Con esfuerzo moderado se podía abrir uno en navidad. Una botella costaba unos 500 francos o el equivalente de 90 euros. Hoy cuesta 100,000 pesos la botella. Es una suma absolutamente delirante.


Quiero dejar algo totalmente claro. No hay manera de justificar un precio semejante para un vino. Se puede justificar estos precios por el valor de reventa, por la escasez, por la puntuación o, como cualquier tipo de mercancía en este mundo de libre comercio, por la oferta y la demanda. Los nuevos mercados consumidores de vino, como son China o América, han trastornado el equilibrio. Así mismo, siempre hay en el mundo alguien que no tiene problema en pagar estos precios. Hoy el mercado norteamericano ha decidido que no quería pagar los precios tan altos que Burdeos o Borgoña reclama y China se dedicó a comprar lo que Estados Unidos no quería mas.

Sin embargo, el hecho de que nuestro vecino del norte decide frenar sus ventas de grandes Burdeos y Borgoña sólo creó un efecto perverso para todos nosotros, "el común de los mortales". El mercado gigante empezó a buscar alternativas y éstas también empezaron a subir precios de manera exponencial. Un ejemplo: los vinos de Thierry Allemand en Cornas. Una bodega en la zona medianamente reconocida de Cornas, cuyos vinos extraordinarios costaban 45 dólares hace cuatro años. Hoy, suelen costar hasta 180 dólares. Y, sinceramente, no los valen. Como decía el personaje de Gordon Gekko en Wall Street: "Lo amaba a 45, lo odio a 180".

Pero, ¿cuál es la buena noticia? La buena noticia es que hoy, el mundo ha cambiado y tenemos acceso a un número gigantesco de grandes vinos de todas las regiones del mundo a precios muy democráticos. Desde la Loire en Francia hasta Sicilia, Santa Rita Hills en California o Salta en Argentina. La Rioja en España sigue siendo un extraordinario remedio a Burdeos, Marsannay en Borgoña ofrece extraordinarios vinos a precios cómodos, y ¿qué decir del Ródano sur como Tavel, Nimes o Vaqueyras?

El mundo del vino es fascinante porque todos los países productores tienen joyas, está en perpetua evolución y podemos encontrar cosas maravillosas embotelladas. Como siempre lo digo: olvida los puntos, establece un presupuesto y déjate guiar. ¡Estamos en la mejor época de la humanidad para tomar vino!

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