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La panadería que hizo historia sobreviviendo al Casino Monterrey, te contamos

La panadería que hizo historia sobreviviendo al Casino Monterrey, te contamos

Una de las panaderías mas antiguas de monterrey con las donas mas llamativas que te puedes imaginar

Donas gigantes, historia grande

Ubicada originalmente en una de las zonas más antiguas y emblemáticas de Monterrey, la Panadería El Nopal se volvió reconocida por sus donas de gran tamaño y sabor tan distintivo, algunas favoritas como la Carlos V y Ferrero. Esta panadería no solo es famosa por sus postres, sino también por haber sido una de las primeras en México en elaborar pan de caja o pan Pullman, ese que muchos recuerdan como parte esencial del lunch escolar. Hoy en día, la marca cuenta con siete sucursales y sigue siendo un referente para los amantes del pan en la ciudad.
Una de las historias más fascinantes que rodean a la Panadería El Nopal tiene lugar en el corazón del Monterrey antiguo, en la calle Dr. Coss, donde se encontraba la sede original de la panadería. Esta ubicación colindaba con el emblemático Casino de Monterrey, inaugurado en 1890 por el arquitecto José de Videgaray y remodelado en 1908 por Alfred Giles.

Una leyenda regiomontana con el Casino de Monterrey

El casino era un punto de encuentro exclusivo para la clase alta de la ciudad, mientras que la panadería, accesible y popular, era visitada por cientos de regiomontanos atraídos por el aroma irresistible del pan recién horneado.

Cansados del olor constante que llegaba hasta el casino, los socios del recinto se acercaron al dueño de la panadería, don José G. García, con la intención de comprarle el local para que se mudara.

Pero la respuesta de don José se volvió parte de la historia oral de la ciudad:

“¿Cuánto quieren ustedes por el casino?”
Una contestación firme, irónica y memorable que reafirma la importancia y el orgullo de este negocio familia

El Nopal vive

Aunque la sede original ya no existe, el legado de la Panadería El Nopal continúa en la Panadería El Nuevo Nopal, ubicada sobre la calle Morelos, a unos metros de la calle Juárez. El negocio sigue en manos de los descendientes de don José G. García, quienes han sabido conservar la esencia del lugar, reinventando sus productos sin perder el sabor de siempre.