Espacio de arte y café
Tengo buen tiempo de haberle dado like en Facebook a este cafecito que proyecta cine en su patio, pero acepto que aunque me agradan los ciclos y películas que anuncian, nunca me había dado la vuelta. Decidí visitarlos para poder recomendar un lugar que combina comida y cultura, como todo lo que se menciona en esta columna.
El Ámbar es una casa blanca grande y típica del centro de Monterrey. Sus puertas y ventanas amarillas llaman la atención rápidamente. Cuando llegué, el encargado tardó un poco en atenderme, porque le había llegado un grupo de nueve personas a ver Netflix en una de sus salas. Después de llevarles dos tazones grandes de papas y palomitas, se presentó como Gerardo Ramos, y empezamos el recorrido.
Este espacio, que en palabras de Gerardo está “abierto a todo”, tiene ya cuatro años funcionando. Además de tener sus proyecciones, el lugar ha sido rentado para fiestas, tocadas, performance, e incluso un XV años.
Los fundadores del Ámbar son Ramiro, Gris y Beto. Ellos son los encargados de armar los ciclos. Aunque la mayoría de los filmes programados son cine de Hollywood, documentales o independientes internacionales, también se le da oportunidad a cineastas regios para que expongan su trabajo. Los miércoles, viernes y domingos son los días de actividad cinéfila.
En cada cuarto del café se pueden encontrar detallitos que te mantienen ocupado. En el primero se exhiben dibujos enmarcados en la pared, y también hay un estante con productos locales de todo tipo a la venta. El Ámbar tiene una oficina que se renta como espacio de trabajo, y donde se realizan las funciones de cine en días lluviosos.
En el pasillo que lleva a los otros cuartos, hay variedad de libros que la gente puede tomar y llevarse si deja uno a cambio. En otro espacio se encuentran varios sillones y un librero en el que alcancé a ver las revistas Algarabia, Cuartoscuro, y Lagarto.
Finalmente está la sala donde el grupo de amigos seguía decidiendo qué ver en el catálogo de Netflix, y enseguida de ahí el patio con mesitas y sillas para disfrutar de las proyecciones. Gerardo aclaró que aquí no se puede entrar con comida, pero sí se puede ordenar algo de cocina, como paninis, smoothies, café y postres. “Lo más pedido son los smoothies, sobretodo el Tarantino”. Ya después me fui a hojear el menú y noté que todo tenía nombre de músicos, directores, actores, etc.
Ámbar Galería Cinema Café funciona todos los días, menos el lunes. De martes a viernes abren puertas a las dos de la tarde, el sábado desde las nueve, y el domingo a las cuatro. Siempre cierran a las diez.
Lo que aquí se ofrece gastronómicamente hablando es sencillo y sin pretensiones, cumple con lo básico de una cafetería. Para mí, lo interesante del lugar radica en la apertura que tienen sus dueños para darle un espacio a todo aquél que tenga algo qué decir, a través del arte.
Los invito a checarlo y ver su programación cada semana en Facebook: @ambargaleria.